El artista colombiano Fernando Botero inauguró el nuevo milenio con esta obra de arte

Imagen cortesía de Nuestro Stories.

Bailarina en la barra es una de las imágenes más famosas del pintor y escultor colombiano Fernando Botero. Su estilo característico, el boterismo, ilustra personas y figuras en grandes y voluptuosos volúmenes que el artista emplea como crítica política o humor, dependiendo de la pieza.

Botero, el “Maestro”, pinta desde hace más de 60 años y es una figura icónica fundamental del siglo XX, quien exalta la forma, el volumen y la armonía del color.

Cree que el arte es espiritual y debe servir para descansar de las dificultades de la vida diaria. El tema de su trabajo abarca desde escenas de la vida cotidiana colombiana hasta referencias históricas del arte y abusos de poder, todo retratado en sus figuras masivamente rotundas.

Una de sus imágenes más famosas es Bailarina en la barra, pintada en París en 2000. En una entrevista, Botero dijo cómo surgió la pintura.

“Como es habitual en mi proceso de trabajo, nació de un pequeño boceto que se me ocurrió mientras trabajaba en otra pieza”, dijo Botero.

“Dibujé sobre el lienzo con un pincel los trazos básicos del boceto y empecé a pintar sin saber qué colores tendría la obra ni cuál sería su composición completa”, dijo.

De torero a pintor: la carrera de Fernando Botero

Nacido en Medellín en 1932, Botero creció rodeado de arquitectura colonial española y artefactos precolombinos, formas en las que se pueden definir en sus obras. Se formó como matador (los toreros y las corridas de toros ocupan un lugar destacado en su trabajo), pero lo dejó después de dos años para dedicarse al arte. Estudió a los grandes, como Francisco de Goya y Diego Velázquez.

Botero creó muchas piezas con gente bailando: por ejemplo, en Bailarina en la barra, pintó a una bailarina posando con una pierna y un brazo en posición vertical sobre la barra de ballet.

La pintura es probablemente un comentario sobre las expectativas de la sociedad de que las mujeres sean delgadas, especialmente en una forma de arte como la danza; sin embargo, la bailarina de Botero parece confiada y distante, como si no le importara lo que piense la gente o los estándares de belleza.

La pintura obliga al espectador a mirar la belleza de otra manera, a asimilar la forma rubeniana de la bailarina, su largo cabello negro y la flor que lo adorna, así como su expresión, que invita al observador a admirar y no juzgar.

Encontré una cita fascinante de Fernando Botero, el artista vivo más importante, que explica hasta cierto punto su Bailarina en la barra.

“Toda mi vida, mis amigas siempre han sido flacas. La belleza en el arte no tiene nada que ver con la belleza en la realidad. ¿Por qué te gusta el arte primitivo? Porque hay belleza en la deformidad. A veces, las pinturas que la gente considera realistas no lo son en absoluto. Las figuras de Rafael parecen realistas, pero en la vida real estaban deformadas”, dijo.

La bailarina de ballet en la barra es algo hermoso, una celebración de lo femenino y del simple acto de bailar como si nadie te viera.

Por Susanne Ramírez de Arellano

Susanne Ramírez de Arellano es una escritora y crítica cultural que fue periodista, productora de televisión y directora de noticias. Vive entre San Juan y Nueva York y actualmente está haciendo su primer intento de escribir una novela.

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