Foto: Shutterstock; ilustración de Nuestro Stories
Mucho se ha dicho sobre las contribuciones de los latinos a la historia del siglo XX. Desde médicos hasta activistas … y cuando se trata de las artes, también hemos sido una comunidad llena de talento inigualable.
Solo hay que mirar la historia de Fernando Bujones, un bailarín cubano-americano considerado uno de los mejores del siglo XX y uno de los más grandes de su generación.
Un talento innato
Nacido en Miami, Florida, en 1955, Fernando Bujones se trasladó con su madre a La Habana cuando tenía cinco años. Ahí, comenzó a aprender ballet a los seis años en la escuela de la icónica bailarina Alicia Alonso.
Como escribió Anna Kisselgoff en el obituario de Bujones en 2005, la madre de Bujones, también exbailarina, lo inscribió en clases de danza debido a su débil constitución cuando era niño.
En 1964, Bujones regresó a Miami con su madre, quien lo presentó al destacado bailarín del New York City Ballet Jacques d’Ambroise, quien estaba de gira en ese momento.
Fernando Bujones se abre camino hacia la danza profesional
En 1967, gracias al apoyo de d’Ambroise, Bujones ganó una beca para la School of American Ballet, la escuela oficial del New York City Ballet Company. Bujones permaneció allí durante cinco años y estudió con maestros como André Eglevsky, Stanley Williams y José Imendez, quien se convertiría en su entrenador.
«El primer año, trabajé duro», dijo Bujones a Ballet News en 1980. «Pero no fue sino hasta el segundo año que miré hacia mi interior y me di cuenta de mi propio talento».
En 1970, a los 15 años, Bujones hizo su debut profesional en la compañía de André Eglevsky antes de obtener su diploma en 1972.
Más tarde ese año, George Balanchine lo invitó a unirse al New York City Ballet. Bujones declinó, prefiriendo bailar las obras maestras clásicas del siglo XIX en el American Ballet Theatre (ABT). Ya como solista en 1973, se convirtió en la estrella más joven en la historia de ABT en 1974.
Ese mismo año, Bujones ganó la medalla de oro en la famosa competencia en Varna, Bulgaria, donde se decidían los mejores bailarines del mundo. Bujones logró la hazaña de ser coronado en la categoría sénior cuando solo tenía 19 años y era junior.
Al mismo tiempo, el bailarín Mikhail Baryshnikov desertó de la Unión Soviética y se unió al ABT, convirtiéndose en su mayor competencia. “Baryshnikov tiene la publicidad, pero yo tengo el talento”, dijo Bujones en ese momento, refiriéndose a la popularidad que rodeaba al bailarín soviético, considerado casi un héroe por abandonar la Unión Soviética.
Fernando Bujones se hizo famoso por ser un bailarín deslumbrante, cuya fuerza explosiva sorprendía a todas las audiencias, dada la delicadeza de su figura.
«Mi técnica es una combinación de todos los grandes artistas del pasado y del presente», dijo Bujones a Ballet News. «He trabajado para superar sus estándares e incluso los míos».
Confiando en su flexibilidad y piernas interminables, Bujones poseía una precisión técnica casi matemática en sus pasos. Asimismo, tenía una sorprendente potencia de salto y momentum en sus giros, finalizando con una notable suavidad.
Un nuevo capítulo
Después de la llegada de Baryshnikov al ABT, la competencia entre los dos alcanzó el punto en el que Bujones fue despedido en 1985. Sin embargo, el bailarín latino regresó cuatro años después tras la partida de su némesis.
En una carrera que abarcó más de 30 años, Fernando Bujones se presentó como artista invitado en 34 países y formó parte de más de 60 compañías de danza. Irónicamente, fue el primer bailarín extranjero invitado al Ballet Bolshói en 1987.
El 2 de junio de 1995, se despidió del escenario como bailarín ante una audiencia deslumbrada que le brindó una ovación de 20 minutos.
No obstante, su actuación fuera del escenario continuó. Bujones trabajó como director artístico del Mississippi Ballet en 1993. En 1999, desempeñó el mismo papel para el Southern Ballet Theater de Orlando, donde trabajó hasta su fallecimiento.