Construyendo una conexión sagrada: la Ofrenda del Día de Muertos

En un mundo en el que la muerte se asocia a menudo con el dolor y el luto, la festividad mexicana del Día de Muertos nos ofrece un enfoque muy diferente.

Celebrada los días 1º y 2 de noviembre, el Día de Muertos no solo honra, sino que celebra, la vida de los seres queridos que fallecieron.

Se trata de un alegre homenaje que combina las antiguas creencias indígenas con las tradiciones católicas, creando una celebración única y vibrante que honra los ciclos de la existencia, en la que los difuntos nunca se han ido del todo, sino que viven en los corazones y los recuerdos de sus seres queridos.

En un torbellino de colores, aromas y gestos sinceros, la ocasión festiva es un recordatorio de que, al final, el amor y el recuerdo son lo que realmente importa.

Algunos dicen que el corazón de la fiesta está en la ofrenda, un altar que sirve de homenaje a los antepasados y a los familiares fallecidos.

Los altares se adornan con objetos personales propios de los difuntos (como fotografías y comidas favoritas), junto con elementos tradicionales que se unen para conformar la festividad.

«Cuando hablamos de una ofrenda, hablamos de una persona concreta», dice el Smithsonian Latino Museum en un video en línea para su Kit de Aprendizaje sobre el Día de Muertos en el que se explica la ofrenda.

Y, puesto que la idea central es que durante las dos jornadas del Día de Muertos los espíritus de los difuntos regresan al reino de los vivos, las ofrendas están meticulosamente dispuestas para proporcionarles todo el alimento que necesitan para su viaje espiritual.

Así pues, embarquémonos en un exhaustivo viaje para descubrir cuatro elementos clave que constituyen una ofrenda del Día de los Muertos.

Explorando el significado de los 4 elementos clave de la ofrenda

Pan de Muerto

Un elemento central de la ofrenda es el pan de muerto, un pan dulce tradicional mexicano. «El pan de muerto es un elemento increíblemente importante en la celebración del Día de Muertos», explica el Smithsonian en un video de YouTube sobre la festividad. «Se elabora especialmente para esta ocasión. No se puede encontrar pan de muerto fuera de la fiesta del Día de Muertos porque realmente se trata de honrar al ser querido».

El pan se suele hacer en forma de hogaza redonda u ovalada, a menudo con un bulto redondo en la parte superior que representa una calavera o una lágrima. La forma redonda simboliza el ciclo de la vida y la muerte, y el bulto puede representar una calavera o una lágrima derramada por el difunto.

El pan en sí es dulce, con un sabor ligeramente cítrico, gracias al uso de ingredientes como el agua de azahar y a veces semillas de anís. Suele decorarse con azúcar, que puede moldearse en intrincados diseños o usarse para crear formas óseas en la superficie.

«Teníamos distintos tipos de pan de muerto: el que se come en Oaxaca, el que se come en Veracruz, el que se come en el centro de México, el de Ciudad de México y el del norte de México», dice Manuel Téllez, copropietario de la panadería Maroches Bakery, con sede en Dallas, al medio Texas Monthly.

Calaveras

Las calaveras, dulces en forma de cráneos y decoraciones, también son sinónimo del Día de Muertos y tienen un lugar importante en la ofrenda. Las calaveras de azúcar comestibles, en particular, suelen personalizarse con los nombres de los difuntos y ofrecerse como dulces.

«En realidad, las calaveras de azúcar tienen dos significados. Representan la dulzura de la vida… pero también la muerte», explica el Smithsonian.

Lejos de la ofrenda, las calaveras también aparecen en poemas satíricos y humorísticos conocidos como «calaveras literarias». A menudo publicados en periódicos, los poemas se burlan de los vivos representándolos en situaciones humorísticas o absurdas junto a esqueletos, recordando a la gente la naturaleza transitoria de la vida.

Flores de cempasúchil

Se cree que las flores de caléndula, conocidas como cempasúchil en México, guían a los espíritus de regreso al mundo de los vivos.

El colibrí y el cempasúchil se convirtieron en símbolos del amor eterno en la cultura azteca. Se creía que cuando un colibrí visitaba un cempasúchil, era señal del amor eterno entre dos amantes, Xóchitl y Huitzilin. Es una historia de amor que trasciende el tiempo y perdura en la naturaleza, donde el colibrí sigue buscando al cempasúchil y su amor permanece eterno.

En el Día de Muertos, se dice que los vibrantes tonos naranja y amarillo del cempasúchil simbolizan la luz del sol, que se cree que ayuda a las almas a encontrar el camino de vuelta a casa. La colocación de velas, junto con pétalos de cempasúchil, ilumina el camino para los espíritus que regresan y añade un cálido y acogedor resplandor a las ofrendas.

Velas

Las velas, a menudo colocadas en forma de cruces, arcos u otros diseños, desempeñan un papel importante en la belleza visual y el simbolismo de las ofrendas.

Se cree que, cuando los espíritus de los seres queridos regresan al mundo de los vivos durante este tiempo, las velas actúan como faros para ayudarles a encontrar su camino. «Las velas se encienden para dar la bienvenida a los espíritus de vuelta a sus altares», escribe la Universidad de California en Davis.

La luz parpadeante del fuego de las velas también se asocia con la transformación y la renovación. En muchas culturas, simboliza el ciclo eterno de la vida, la muerte y el renacimiento. Y el acto de encender una vela es una forma de reconocer el poder transformador de la muerte y la esperanza de un nuevo comienzo.

https://youtu.be/19vUI8eTykg?si=262Y7p62nmToLB3E

¿Lo sabías?

En 2008, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) inscribió el Día de Muertos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Al inscribir el Día de Muertos, la UNESCO sensibiliza a la opinión pública mundial sobre el significado de la tradición y la importancia de salvaguardarla para las generaciones futuras. Reconoce los esfuerzos realizados para garantizar que este bello patrimonio cultural siga transmitiéndose a través de los tiempos.

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