Tan dulce y tan refinado.
Es el azúcar, el edulcorante favorito del mundo.
Pero, ¿su historia? Eso sí que es menos dulce.
Si nos fijamos en la larga trayectoria del azúcar en la vida de los latinos, veremos que se trata de una complicada montaña rusa, profundamente entrelazada con el auge de los imperios, la explotación de la fuerza laboral y el intercambio mundial de mercancías.
El edulcorante quizá sea pequeños cristales blancos a simple vista, pero esta sustancia ha sido lo suficientemente poderosa como para dar forma a economías y culturas de todo el mundo.
Pero, para empezar, ¿cómo y de dónde surgió este delicioso producto? Exploremos la larga trayectoria del azúcar a través de diferentes épocas y civilizaciones hasta su lugar en el café con leche de nuestra Abuelita.
Los antiguos orígenes del azúcar
La historia del azúcar es larga y compleja, y se remonta a miles de años.
En cuanto a la planta de la caña de azúcar, de la que se derivó el azúcar, se cree que se originó en Papúa Nueva Guinea o en el sudeste asiático.
Aunque se desconoce el momento exacto del descubrimiento del azúcar, los historiadores coinciden en que civilizaciones antiguas como la india, la china y la polinesia utilizaban la caña de azúcar para diversos fines, entre ellos la elaboración de dulces y productos medicinales.
Según la History of Sugar: Making Life Sweeter de la United States Sugar Association, la primera domesticación de la caña de azúcar puede situarse en el año 8000 a.C. con los indígenas de Nueva Guinea, que la masticaban cruda».
En el año 100 de la era cristiana, se encontró azúcar cristalizado en las civilizaciones romana y griega, como medicina para tratar la indigestión y las dolencias estomacales.
En los siglos VI y VII, las técnicas de cultivo y transformación de la caña de azúcar se extendieron a Persia (actual Irán), donde los árabes desempeñaron un papel crucial en la difusión del cultivo de la caña de azúcar por Oriente Medio, el norte de África y la región mediterránea.
Luego, en los siglos XI y XII, se cree que los cruzados europeos encontraron azúcar en Oriente Medio y rápidamente la trajeron de vuelta a Europa (una vez más), donde siguió siendo un lujo raro y caro durante siglos.
Para el siglo XV, los exploradores europeos, especialmente los portugueses, empezaron a colonizar islas del Atlántico, como Madeira, las Azores y las Canarias, para cultivar caña de azúcar.
De hecho, en la Madeira portuguesa se cultivaba azúcar para su refinado a gran escala; «unos 70 barcos participaban en el comercio del azúcar de Madeira, y el refinado y la distribución tenían su base en Amberes», según la U.S. Sugar Association.
Los historiadores señalan que las islas ofrecían un clima ideal para la producción de caña de azúcar, lo que llevó a los portugueses a crear plantaciones a gran escala con, tristemente, mano de obra forzada, que incluía africanos esclavizados.
A medida que los europeos expandían sus imperios coloniales en el Nuevo Mundo, se establecieron plantaciones de caña de azúcar a gran escala en el Caribe y Sudamérica.
La producción de azúcar fue, a su vez, la fuerza motriz de la trata transatlántica de esclavos, ya que los africanos esclavizados eran llevados a la fuerza a trabajar en las plantaciones.
Luego, en el siglo XIX, gracias a los avances tecnológicos, como el desarrollo de ingenios movidos por vapor y mejores procesos de refinado, que revolucionaron la producción azucarera, esta se hizo más eficiente y asequible.
Fue el comienzo de la revolución del “azúcar” cubano.
Cuba, Celia Cruz y el ‘azúcar’
A principios del siglo XX, Cuba llegó a ser conocida como «el azucarero del mundo», suministrando «varios millones de toneladas de caña de azúcar al año», según la investigación de Bartelby.
La isla caribeña era uno de los principales productores de azúcar del mundo, exportando más de 6 millones de toneladas métricas anuales.
El terrateniente cubano José Manuel Casanova dijo una vez: «Sin azúcar no hay país».
Sin embargo, hoy en día, el país pasa apuros para mantener abiertos sus últimos ingenios azucareros, debido a la difícil coyuntura económica.
El azúcar estará siempre ligado a Cuba gracias a una de sus artistas más famosas: la cantante de salsa Celia Cruz.
Cruz, que se inició como vocalista principal del grupo cubano Sonora Matancera, adoptó célebremente su grito característico: «¡Azúcar!». Dice que se originó en un encuentro en un restaurante de Miami en el que un camarero le preguntó cómo quería que le endulzara el café.
«… Respondí: ‘Azúúúúúcar’, porque era obvio que no podía beber café cubano sin él», explica Celia Cruz en el sitio oficial de la CeliaCruzFoundation. «Esa noche, durante el programa, conté la historia y el público se murió de risa. Después, el público empezó a pedirme que les contara la historia del azúcar… Hasta que me cansé, y antes de que me lo pidieran salí gritando: ‘Azúcar’ … No volví a contar la historia, pero seguí repitiendo la palabra».
La sencilla historia de la salsera cubana pidiendo azúcar para su café ha evolucionado en los últimos años.
«A medida que ella, una mujer negra cubana, siguió utilizando ‘¡Azúcar!’ como interjección en canciones y actuaciones, adquirió un significado mayor como recuerdo de los africanos esclavizados que trabajaban en las plantaciones de azúcar cubanas», explica el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana del Smithsonian.