Para los padres, esta es la época más maravillosa del año. Para los estudiantes, tal vez no tanto. No importa lo que sientas sobre el tema, ¡es hora de volver a la escuela!
Mientras corren por los pasillos, llenando sus carritos con cuadernos de espiral y resaltadores de neón, tomemos un momento para honrar al hombre que sin duda nos ha proporcionado una parte de nuestra caligrafía a lo largo de los años; el inventor del primer bolígrafo de éxito comercial, László József Bíró.
Nacido en Budapest, Bíró vivió una vida bastante normal y sencilla. Cuando terminó la escuela, se fue a Hungría a trabajar como periodista. Bíró comenzó a sentir una profunda frustración con las herramientas que tenía a mano a través de su trabajo como escritor. La tinta usada para imprimir periódicos se corría y tardaba demasiado en secarse. Las plumas estilográficas tenían tinta costosa y un flujo inconsistente.
La frustración engendró la acción. Trabajando con su hermano Gyorgy, quien era químico, desarrollaron el mecanismo de lo que hoy se conoce como bolígrafo. Presentaron el invento, que fue aclamado, en la Feria Internacional de Budapest en 1931.
Siete años después, Bíró patentó el diseño en París.
Poco después, Bíró y su hermano se vieron obligados a huir de la zona cuando los nazis comenzaron a invadir Francia.
De camino a Argentina, los dos se establecieron en Buenos Aires antes de presentar una patente adicional para el instrumento de escritura en Estados Unidos. Después de recibirlo, formaron Biro Pens of Argentina, supuestamente consiguiendo un contrato como proveedor oficial de la tripulación de la Real Fuerza Aérea en Reino Unido. La empresa mantuvo la patente durante siete años antes de que Marcel Bich la comprara a Bíró.
Bich hizo del bolígrafo el producto principal de su empresa BIC.
Bíró pasó el resto de su vida en Buenos Aires hasta su muerte en 1985.
¡Que esta historia te haga vivir la temporada de regreso a clases de manera diferente!
Por Liv Styler
Olivia Monahan – Periodista, editora, educadora y organizadora chicana en Sacramento cuyo único objetivo es arrojar luz sobre historias de nuestras comunidades más impactadas y marginadas pero, aún más importante, que esas historias humanicen a quienes normalmente quedan excluidos. Es finalista de la Beca Ida B Wells de periodismo de investigación 2022, miembro de la Parenting Journalists Society y ha publicado en The Courier, The Sacramento Bee, The Americano y Submerge Magazine, entre otros.
