Historia de Reinaldo Arenas muestra el sufrimiento de la comunidad LGBTQ durante y después de la revolución de Castro

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Rachel
 | junio 17, 2022

Imagen cortesía de Nuestro Stories

Era guerrillero a los 14, publicaron su primer libro a los 20, lo encarcelaron a los 30 y se exilió a los 36. Reinaldo Arenas vivió más de una vida en el poco tiempo que estuvo en este planeta. Sus narrativas fluidas y su trabajo profundamente introspectivo expusieron valientemente las heridas infligidas por el gobierno cubano y obtuvieron elogios de la crítica. Su historia es también la de miles de personas que quedaron sin voz bajo el régimen de Castro. Historias nacidas del dolor y la represión. Historias que hablaban de la belleza de la libertad, encontrada después de décadas de odio infligido a él y a tantos otros bajo el gobierno cubano.

La trayectoria literaria de Arenas

Nacido de una madre soltera que fomentó su creatividad y su amor por la escritura, Arenas vivió la segunda presidencia de Fulgencio Batista. La dictadura respaldada por Estados Unidos condujo a la demolición de la clase media cubana y amplió la brecha entre ricos y pobres. Para controlar su percepción pública, Batista promulgó estrictas leyes de censura a los medios. Cualquiera que fuera descubierto infringiendo esas leyes podría ser torturado violentamente y ejecutado públicamente. Cuando las guerrillas lideradas por Castro llegaron a Cuba, Arenas se sintió obligado a alistarse, a la edad de 14 años. Sin embargo, su alistamiento no duró mucho, después de lo que Arenas describió como “ser testigo de las injusticias perpetradas por las guerrillas”, así que regresó a la escuela y finalmente se graduó con un título que no le interesaba. Después de dejar la escuela, Arenas continuó con la pasión que le había enseñado su madre. Escribir.

A los 20 años fue invitado a trabajar en la Biblioteca Nacional de Cuba y fue durante esta época que comenzó a escribir sus primeras obras. También fue por esta época cuando Castro comenzó a ver a la biblioteca como una fuente de “corrupción ideológica” y empezó a prohibir sistemáticamente libros que pudieran considerarse sospechosos. De hecho, del primer libro de Arenas, Cantando desde el pozo, solo se imprimieron 2,000 ejemplares antes de que fuera prohibido por ir en contra de los requisitos introducidos por el realismo socialista. Su segundo libro, Las peregrinaciones nefastas de Fray Servando, también fue prohibido, pero Arenas logró sacarlo de contrabando y publicarlo en el extranjero. Ambos hablaban abiertamente de la homosexualidad, lo que era muy peligroso en aquella época. En 1967, Arenas ya estaba bajo vigilancia.

Su vigilancia se alineó con la introducción de las UMAP, campos de trabajos forzados creados bajo Castro con la intención de encarcelar a homosexuales y obligarlos a renunciar a su sexualidad. La policía arrestaba a cualquiera que se presentara como “afeminado” o que se vistiera con un “estilo hippie y contracultural”, independientemente de si había cometido algún delito. Además de los trabajos forzados, los detenidos eran sometidos a diversas formas de tortura; reportes indican que los prisioneros eran golpeados, atados desnudos con alambre de púas y enterrados hasta el cuello para incitarlos a renunciar. El propio Arenas logró evitar el encarcelamiento hasta 1973.

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Luego de ser asaltado en la playa, Arenas denunció el incidente a la policía; pero el encuentro con los agentes expuso que Arenas era homosexual y posteriormente fue arrestado. Luego de ser detenido, se descubrió que había publicado su obra fuera de Cuba a pesar de la prohibición.

No estuvo mucho tiempo en prisión pues escapó y se ocultó. Tras obtener ilegalmente una habitación para alquilar, comenzó a escribir su autobiografía Antes de que anochezca, pero fue recapturado antes de que pudiera completarla. Colocado en régimen de aislamiento, lo interrogaron constantemente sobre las personas que lo ayudaron a sacar su trabajo de contrabando del país. En lugar de actuar como informante, Arenas intentó suicidarse por primera vez.

Su libertad duró poco

Finalmente, Arenas fue sentenciado a ocho años por desviación ideológica y publicación de obras prohibidas en el extranjero. Fue obligado a renunciar a su propia obra mediante una declaración por escrito, así como a declarar que era ‘contrarrevolucionario’ y ‘detestaba la homosexualidad’ como parte de su castigo. Una historia que imitaba la de cientos de miles de personas que fueron acorraladas y arrestadas por su sexualidad, su forma de presentarse o algo tan simple como su moda, durante el régimen de Castro. Aunque liberado con anticipación, no fue sino hasta 1979 cuando Arenas descubrió la verdadera libertad, cuando Castro comenzó a otorgar “permisos de salida” a personas que ya no quería en Cuba: presos políticos, viejos delincuentes, enfermos mentales y homosexuales, entre otros.

Arenas vivió el resto de su vida, aunque fuera breve, en Estados Unidos. Primero en Florida y finalmente se instaló en la Ciudad de Nueva York. En 1990, Arenas se quitó la vida luego de que tres años antes le diagnosticaran SIDA. En una nota que dejó, escribió:

Debido al estado precario de mi salud y a la terrible depresión sentimental que siento al no poder seguir escribiendo y luchando por la libertad de Cuba, pongo fin a mi vida. 

(…) Al pueblo cubano tanto en el exilio como en la Isla le exhorto a que siga luchando por la libertad. Mi mensaje no es un mensaje de derrota, sino de lucha y esperanza.

Cuba será libre. Yo ya lo soy.

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